miércoles, 24 de junio de 2009


Una fuerte tensión emocional sumerge a sus personajes en una atmósfera trágica de luces y sombras que a veces conjugan sarcasmo y dolor.
Si el tiempo y el espacio son la medida del ser humano, la producción artística de Juan Villafuerte (Guayaquil, 1945-Barcelona, 1977) se puede definir en razón inversa a su corta existencia, de apenas 32 años. Porque su obra es tan vasta y admirable que parece el producto de una vida tan larga como fértil.A partir de un marco de referencias tradicional, inevitable por su formación en el Colegio de Bellas Artes de Guayaquil, inicia una búsqueda personal impulsada por su enorme instinto creativo, que lo lleva a experimentar con las diferentes corrientes de su tiempo y a formular su propio lenguaje plástico. De un modo o de otro, es bajo esta tensión como el artista se realiza.

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