miércoles, 24 de junio de 2009




es uno de los artistas más serios y sólidos de aquellos que incursionan en las tendencias de vanguardia en el Ecuador de hoy. Largos años de tenaz superación lo han empinado a un sitio consistente, firme. En su itinerario creacional, hay etapas en las que predomina el caos en lugar del equilibrio, la pasión en vez de la pureza, la angustia en el sitio de la serenidad, el juego o la causticidad en aquel cuadro en el que se supone iba a erigirse lo severo; pero en todo su trabajo exhibe esa “Bejahun” o exaltación de la vida que revela a un creador genuino. Y hay dos modos para alcanzar esa Bejahu (que, conviene insistir, jamás desaparecerá): una que se desplaza en la superficie de la vida, acatando el sensual estremecimiento de los colores, el juego de las formas, lo simbólico y lo sígnico, en suma, todo cuanto en la naturaleza es vívido y expresivo.

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